Anna Vivó, arteterapeuta especializada en geriatría, oncología y paliativos
Conversación
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Anna Vivó es licenciada en Historia del Arte y fue estudiante de una de las primeras promociones del máster de Metàfora.
Poco después se incorporó a Metàfora como profesora, conductora de grupos y tutora. Además ha desarrollado una sólida carrera en arteterapia especializada en geriatría, oncología y paliativos. También ejerce en la clínica privada como arteterapeuta, tanto con niños como con adultos.
Cuéntanos un poco de tu trayectoria, qué hacías antes de ser arteterapueuta,
Siempre me sentí muy vinculada a las bellas artes, la pintura y la danza, que son parte de mi formación artística. Estas disciplinas me ayudaron a contener, digerir y entender muchas vivencias personales que, de otro modo, hubieran podido ser desbordantes en su momento. He aquí la semilla que luego iba a germinar, entender que el arte o la expresión artística puede ser como un buen contenedor de emociones, también como un órgano, un estómago, que te ayuda a digerir experiencias vitales.
¿Cómo conociste el arteterapia? Sobre todo, me gustaría que nos hablaras de ese momento de epifanía en que te diste cuenta de que querías ser arteterapeuta, y de que eso es lo que ibas a hacer en la vida.
Pues me encanta que digas epifanía porque realmente yo lo sentí como una revelación. Que eso parece así como muy místico, pero tiene algo de lo que llamamos en arteterapia el insight, “el darte cuenta de”.
Trabajé en una escuela de primaria especializada en estudios de música y danza. A pesar de ser primaria los niños eligen especialidad a partir de los 8 años, y eso les supone una gran intensidad y estrés. Para mí era muy importante ver lo que sucedía allí, no solamente a nivel académico sino a nivel emocional. Y lo que pasaba eran muchísimas cosas. Yo pensaba en el porqué de los tremendos conflictos que surgían en los espacios no reglados como a la hora de comer, en el patio…
¿Así que empezaste a preguntarte qué se podía hacer?
Sí, yo me estaba imaginando cómo se podría vincular el arte con la psicología. Era como mi fantasía pero resulta que no era una fantasía desinformada, tan abstracta, porque un día aparece allí una persona de la primera promoción de Metáfora a dar una charla. Hablo con esa persona y me quedo fascinada, ¡eso existe!. Y como se suele decir, veo la luz. No me lo podía creer. Fue así el hallazgo. Así que vengo a Metáfora, a la charla de puertas abiertas y se puede decir que ya nunca salí de aquí.
Respecto a tu actividad como arteterapeuta, háblanos un poco de tu actividad profesional. ¿Con qué colectivo o colectivos trabajas o sueles trabajar? ¿Qué particularidades tiene este colectivo y básicamente qué puede aportar el arteterapia a este colectivo?
Mira, con las compañeras y con Carles (Ramos) hace tiempo que hablamos que no es una profesión que en España tengas tanta especialización. Cuando hablas con alguien de Reino Unido les sorprende cómo trabajamos aquí. Allí hay una gran especialización en colectivos determinados, también porque allí se puede, por las condiciones, y por el pasado histórico que tienen. Nosotros esa especialización no nos la podemos permitir tanto, porque partimos de una realidad que la estamos creando, que es muy nueva…
Que sois pioneros
Sí, claro. Por decirlo de algún modo, como una frase hecha, he tocado muchos palos. eso nos permite a las que trabajamos de este modo tener una amplia visión. Y algo con lo que trabajamos usualmente es con nuestra capacidad de ser flexibles. Aunque es verdad que no lo he visto todo porque no se puede y porque…
No interesa, tampoco.
Exacto. Pero sí que mi formación es en Oncología, en paliativos.
Wow, qué duro debe ser.
Muy duro, es el límite, el tránsito, estar ahí con la muerte… y siempre la pregunta que yo llevo dentro es si podré. Pero esta pregunta me acompaña en muchos casos, yo creo que atañe a cualquier asunto de la vida. Porque luego también he estado trabajando con niños y tienen dificultades por las que yo quizá no he pasado. Familias con trastornos, con traumas que no sospechas al principio cuando llegan a la consulta.
Pero que empiezan a salir allí en la consulta ¿no?
Justamente, y entonces para mí una de las grandes preguntas es ¿en este punto, yo podré? Entonces creo que tenemos que estar entrenadas para saber cuándo debemos derivar a psiquiatras, asistentes sociales, etc. Tienes que tener un punto de humildad, no podemos con todo. Y hay que saber dónde están los límites de tu propia profesión.
Me gustaría, si te apetece, que compartieses un momento muy duro que hayas tenido durante tu práctica y cómo lo superaste. Y luego, para contrastar, un momento muy bello de tu práctica profesional. Algo muy bonito que te haya pasado.
Mira, siento que a veces las dos cosas van unidas. Porque los momentos difíciles se suceden. No es que haya pasado uno y luego todo sea fácil. Cada situación puede tener su momento difícil. Por eso, por lo que comentábamos, porque de repente acuden para algo que solamente es la punta del iceberg y cuando te encuentras lo que hay abajo viene ese momento tan difícil, común a muchas personas. No solamente en paliativos, también he estado en geriátricos, con usuarios que tienen alzhéimer, párkinson, diferentes tipos de demencia, o simplemente —que eso hay mucho— depresiones muy agudas, mucha soledad, mucho abandono.
Como que a partir de la jubilación la vida te cambia mucho, y para esta sociedad que nos obliga a ser súper productivos parece que pierdes el sentido, con lo cual imagino que hay mucha soledad y mucha desorientación vital…
Tal cual, pierden su lugar en la familia, pierden eso que han sido durante toda la vida, estamos hablando de una generación de 80 años en adelante. Muchas de las personas que traté eran de avanzada edad, significa que han vivido la posguerra, yo estuve con personas que todavía habían vivido la guerra. Entonces eso también es un trauma añadido y son personas que empezaron a trabajar en la niñez, con lo cual sienten que son ese trabajo que desempeñaban. Y además las grandes instituciones funcionan por sus propios intereses, a veces los usuarios y las usuarias son como números, sin poderles apenas mirar porque hay, a veces, doscientos y pico residentes. También suele haber falta de recursos. Así que estamos ahí aportando pequeños granitos.
Sí, pero que para el usuario ese granito es la alegría del día.
Exacto. Normalmente cuando te encuentras con la persona lo que necesita es desalojar, eso que llamamos la verborrea…es la primera fase del apego. Primero es el desalojo y luego se puede empezar, primero conteniendo y luego mirando aquello que ha puesto sobre la mesa, nombrándolo y llevándolo posteriormente a la obra.
Pero la obra es como un catalizador ¿no? O algo así
La obra contiene lo consciente y lo inconsciente, por supuesto, y lo que hacemos es acompañar. Puesto que la persona puede también mirar contigo, siempre es “junto a”. En ese sentido no interpretamos, no desvelamos nada que no sea necesario. Porque no es nuestra función interpretar.
Mira, te comento el caso de una paciente de paliativos: una madre que estaba al límite de su vida y dejaba como legado una carta para su hijo pequeñito, era una pieza, un medallón, ella decía que esa era la cara del niño, lo sentía así. Yo me sentí como testaferro de ese legado que pude entregar al marido para el pequeño. Y no sólo en esta familia, también en personas ancianas, eso produce mucho bienestar. Saber que hay algo que trasciende, porque necesitamos ese tipo de pensamiento y de elaboración de la parte más trascendente de la persona.
Porque la persona cuando se va también está elaborando un duelo. Cuando la persona sabe que se va, y eso en paliativos debe suceder mucho, también elabora un duelo, porque los demás te pierden a ti, pero tú lo pierdes todo ¿no? O al menos pierdes esta idea que tenemos de nuestra vida en la tierra.
Yo creo que es acompañar lo que necesita la persona. Hay personas que se van de manera muy consciente poniendo una dirección y otras personas, ya sean ancianas o no, de la manera que necesitan. Muchas veces nuestra función es acompañar a estas personas en cosas que no pueden decir a la familia. O que no pueden decir en la institución. Bueno, porque la muerte es un tabú, sencillamente. Entonces parece que no se puede hablar, no pueden hablar de “me voy a morir”.
Y con la arteterapeuta lo pueden hacer en un entorno seguro, ya que sabes cómo contener aquello de manera que aquello no destroce más a la persona, ¿verdad?
Exacto, eso es muy importante, Pilar. Lo que decimos es que no vamos a destruir las defensas de la persona. No es nuestra función tampoco, porque las defensas están por algo y están sosteniendo lo que esa persona necesita. Por eso siempre hablamos de poder ir a la par, acompañar, y desde ahí el vínculo es muy importante porque estás atenta, es un ejercicio de escucha, de empatía, estamos mentalizando ¿no? Que es imaginar lo que está pasando allí. Puedes representar allí mismo lo que está viviendo esa persona.
Vamos a hablar un poco de la profesión de arteterapeuta. ¿Cómo ha cambiado el sector desde que empezaste?
Bueno, pues una de las cosas más importantes es que se ha conformado la Ate (Asociación española de arteterapeutas), que ha sido un ejercicio muy potente de los primeros profesionales de Metàfora que impulsaron la creación de la asociación. Y que ahora hay unas profesionales como la copa de un pino: muy formadas, con mucho empeño y sobre todo dando mucho tiempo de su vida para que eso salga adelante. Entonces yo creo que en ese sentido ha cambiado mucho, aunque hay mucho por hacer, el reconocimiento de la profesión es todavía insuficiente a pesar de que cada vez estamos en más lugares.
Supongo que también hay mucha desinformación respecto a la propia profesión. Que como profesionales os toca también detectar, quizás, qué cosas no son exactamente arteterapia aunque se les nombre como tal, y hablar de ello sin miedo.
Bueno yo creo que es interesantísimo lo que señalas, la confusión, y yo creo que una de nuestras tareas es estar en este debate para revisar. Revisar los términos, revisar hacia dónde queremos que vaya. Cuando llegamos a este punto siempre decimos que la traducción inglesa nos define mejor, que es “psicoterapia por el arte” pero que tendríamos que encontrar la propia manera de decirlo. Entonces arteterapia es una forma de psicoterapia con arte o por el arte. Requiere de un entrenamiento muy específico y de un cuerpo teórico y de una experiencia.
¿En qué se diferencia la formación de arteterapia en Metàfora de la de otros lugares?
No conozco mucho la de otros lugares más que de oídas pero sí que te puedo decir que he recibido usuarias en mi consulta que han venido de otras formaciones donde no han recibido la contención suficiente ni para comprender lo que hacían y en vez de resolver, lo que les sucedía es que se les añadía una problemática, una carga. ¿Por qué? Porque no tenían supervisiones y hacían unas prácticas donde se sentían desbordadas
… al final se trata de tener un poco de sentido común.
Más allá incluso. Quiero decir, que las cosas requieren un estudio, una capacidad de profundizar, de rodearte también de profesionales adecuados, y de darte tiempo.
Es decir, de cuidar lo que haces y cuidarte.
De cuidarte, sí. Y saber qué se requiere para el cuidado, es decir, la supervisión de tu tarea siempre, porque si no, no puedes empezar a distinguir lo que es tuyo de lo que es de la otra persona. Y entonces no hay posibilidad de que exista la terapia, ni lo terapéutico siquiera.
Muchas veces hablamos de esta metáfora: que las arteterapeutas somos como un lienzo en blanco donde el usuario descarga, lanza, refleja. Entonces en ese ejercicio de contratransferencia tú te llevas a veces una mochila ¿Qué haces con eso? Pues volvemos, lo supervisas o vas haciendo una terapia. Para eso sirve. Eso es lo adecuado, lo inteligente también.
¿Tú tienes consulta privada?
Yo estoy compartiendo una consulta-taller y ahora estoy con un proyecto nuevo entre manos.
¿En alguna institución?
Dirigido a instituciones y también tratando de tener un taller con este mismo ejercicio porque tendrá que ver con maternidad y puerperio, que es un período muy rico, pero también muy loco.
¿Se vive de esto?
Del arteterapia se puede vivir como profesional, pero sin enriquecerte, eso siempre lo decimos. Y se necesita mucho empeño, eso sí.
¿Y creértelo?
Sobre todo. Y es una profesión en la que se desempeñan muy bien las mujeres de mediana edad. Quizás porque estoy en esa edad, también, me siento mucho mejor ahora, mucho más preparada y no solamente en el ahora, si no con vistas al futuro. Sé positivamente que es una profesión que puede durar muchos años porque cada vez tienes más experiencia.
Ganas mucha experiencia de vida. La profesión gana a medida que el arteterapeuta gana experiencia de vida. Bueno, como todas las profesiones que implican un saber hacer.
Que tiene que ver con la relación con el otro.
Porque ese es un aprendizaje de vida.
Exacto. Sólo hasta los 100 años. Cuando tengas 101 ya puedes decir ¡Hala, ya está!